El hablar finés me ha permitido sumergirme en la sociedad finlandesa y sentirme parte de ella...

Finlandia, la otra mitad de México.

Han pasado veintidós meses desde que pisé Finlandia por primera vez. El primer día amaba Finlandia, pues conocer el país había sido mi sueño por doce años, y al fin lo estaba cumpliendo. Pero conforme ha pasado el tiempo, he conocido, he aprendido, he vivido cosas que sólo me han hecho enamorarme más del lugar, de su cultura, de su gente, y de su idioma.

Al llegar a Finlandia estaba convencida de que conocía un poco el país y lo que podía brindarme. ¡Pero estaba tan lejos de lo que ahora representa para mí! Cada día he descubierto algo nuevo, algo sorprendente, agradable, algo que me hace sonreír y sentirme como en casa. No importa a donde vaya o a donde viva, siempre hay un bosque o un cuerpo de agua cerca. Me encanta dar paseos en bicicleta alrededor de las islas, en el centro, alrededor de un lago. Disfruto mucho de la tranquilidad de los parques, de lo fácil que es encontrar un lugar para estudiar o simplemente para leer tomando un café. Mi vida académica también ha cambiado mucho desde que llegué. Y aunque sabía que estudiar una maestría en Finlandia probablemente no sería lo mismo que en México, no imaginaba qué tan diferente podía ser. Ha sido difícil adaptarse a un sistema tan distinto, y estudiando en otro idioma (en mi caso en inglés), pero todo ello me ha hecho crecer mucho como profesionista e incluso como persona. Pero he aprendido mucho y crecido mucho durante toda esta experiencia.

Finlandia es un país bilingüe. Es muy fácil comunicarse con la gente en inglés casi en cualquier parte

en ciudades grandes, como Helsinki. Sin embargo, para llegar a conocer realmente la cultura, la forma de pensar de los finlandeses y en mi caso, cuando uno decide quedarse por un tiempo más largo (o vivir aquí permanentemente), conocer el idioma fines es definitivamente algo muy importante. El hablar finés me ha abierto muchas puertas, he hecho amistades locales más fácilmente y es una de las cosas que me han ayudado a no sentirme aislada en un país donde no entiendo los señalamientos o las conversaciones de los extraños en el autobús. El hablar finés me ha permitido sumergirme en la sociedad finlandesa y sentirme parte de ella.

Mi vida aquí es muy diferente a lo que solía ser en México. Y con el tiempo he descubierto que las diferencias entre los dos países, hacen que para mí Finlandia y México sean más especiales. Porque las cosas “buenas” que tiene Finlandia no están en México, y porque las cosas que más me gustan de México no están aquí. La sociedad, la cultura, la naturaleza, el idioma, son todos tan diferentes entre los dos países, que uno no puede decidir cuál es mejor. Porque aunque jamás olvidaré mis raíces, no puedo dejar de apreciar las cosas que Finlandia me ha ofrecido. Son cosas que, en mi opinión, complementan de una manera extraordinaria la cultura de dónde vengo.

Ana Montaño Rodríguez